Las Mujeres de la Biblia
Colección Cristiana
Nelfa Chevalier/Amazon.com
Recordando a todas las mujeres presentadas en las Sagradas escrituras, no podemos obviar a la Samaritana. Una mujer de la región de Samaria que tuvo el privilegio de conocer a nuestro Salvador, Cristo Jesús. El relato de su encuentro está registrado en el Evangelio de San Juan (Juan 4:1-42).
Esta mujer era humilde, y además, ella no tenía buena reputación en su pueblo, porque llevaba una vida inmoral. A pesar de eso, Jesús la trató con el amor y misericordia que siempre lo ha caracterizado. El momento se inició, cuando Jesucristo se dirigía hacia Galilea acompañado de sus discípulos, pero ellos debían atravesar Samaria para llegar a esa ciudad. En esa época, los judíos y samaritanos eran enemigos, por eso muchos israelitas procuraban no pasar cerca de ese territorio evitando un confrontamiento con los habitantes de Samaria.
Sin embargo, Jesús no tuvo miedo de cruzar esa población, porque estaba en sus planes conquistar la confianaza de sus pobladores, y Él lo logró con su gran poder Divino. Todo el relato a continuación.
«Jesús y la Samaritana
6«Estaba allí el pozo de Jacob, y Jesús cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta.
7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo:
“Dame de beber”.
8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a buscar que comer.
9La mujer samaritana le respondió:
“¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?”
10Respondiendo Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y Él te daría agua viva” (Juan 4:6-10).
11La mujer le dijo: “Señor no tienes con que sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?”.
12 “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y ganados?”.
13Le respondió Jesús: “Cualquiera que bebiera de esta agua, volverá a tener sed”.
14“Pero el que bebiere del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
15 “Señor dame de esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla”.
16Jesús le dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”.
17 «Respondiendo la mujer dijo: “No tengo marido”.
Jesús le dijo: “Bien has dicho: No tengo marido;
18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”. 19La mujer le dijo: “Señor me parece que Tú eres profeta”» (Juan 4:6-18).
Catequesis:
¿Qué aprendimos de la Samaritana?
De acuerdo al Evangelio de San Juan, la Samaritana aunque era una mujer común, pecadora, ciertamente ella era humilde de corazón. Esta Samaritana aceptó a Jesús como el enviado de Dios y lo pregonó a toda la gente de su pueblo. Fue tanta su fe, que llevó a todos sus conocidos hasta donde estaba nuestro Señor Jesucristo.
A esta mujer a quien sólo se le menciona como la Samaritana, le bastó unas simples palabras de Jesús para ella aceptarlo como el Mesías. Sin embargo, vemos a tantas personas que Dios las ha provisto de salud, bienes, una familia, y ni siquiera le dan gracias a Dios Padre por todo lo que poseen. Algunas dicen que creen en Dios, pero presentan un comportamiento opuesto a las normas cristianas. Otras escuchan la Palabra, pero no le dan la debida importancia. La mayoria de ellas tienen endurecidos sus corazones. Dijo Jesús: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). Aprendamos de la Samaritana a creer en el Altísimo, sin dudas ni exigencias, solamente movidos por nuestra fe y el profundo amor a nuestro Padre celestial.